El glaucoma es una enfermedad ocular que daña el nervio óptico y puede llevar a una pérdida de visión irreversible si no se trata a tiempo. Esta condición se asocia frecuentemente con una presión intraocular elevada, aunque también puede ocurrir con una presión normal.
El glaucoma es una de las principales causas de ceguera en el mundo y, a menudo, se le conoce como el «ladrón silencioso de la vista» porque no presenta síntomas en sus primeras etapas. La cirugía láser para el glaucoma ha revolucionado su tratamiento. Este procedimiento es menos invasivo que la cirugía tradicional y se realiza de manera ambulatoria, lo que significa que el paciente puede regresar a casa el mismo día. Durante la cirugía, se utiliza un láser de alta precisión para mejorar el drenaje del humor acuoso en el ojo, reduciendo así la presión intraocular.
Existen diferentes tipos de cirugía láser para el glaucoma, como la trabeculoplastia con láser y la iridotomía periférica, cada una seleccionada según el tipo específico de glaucoma que tenga el paciente. La recuperación tras la cirugía láser es rápida y generalmente libre de complicaciones graves. Los pacientes suelen notar una reducción en la presión intraocular en los días posteriores al procedimiento, lo que ayuda a prevenir el daño adicional al nervio óptico y la progresión de la enfermedad. Sin embargo, es esencial seguir las recomendaciones del oftalmólogo, como el uso de gotas oftálmicas y la asistencia a controles regulares, para mantener la presión ocular bajo control.
Dato curioso: Aunque el glaucoma no se puede curar, la cirugía láser puede detener su progresión en la mayoría de los casos, permitiendo a los pacientes preservar su visión y llevar una vida activa y plena. Síguenos en nuestras redes sociales como @horusgrupooftalmologico para obtener más información sobre el glaucoma y otros temas de salud visual, y aprende cómo cuidar mejor de tus ojos.
