El ojo es el órgano encargado de la visión. Cada uno de nuestros ojos capta las imágenes de los objetos en que fijamos nuestra atención. Sin embargo no es allí donde en realidad “vemos”. La visión se logra en el cerebro. Es necesario llevar hasta el cerebro las imágenes que se captan en los ojos. Los encargados de que esto suceda son los nervios ópticos.
De la parte de atrás de cada ojo sale un nervio óptico llevando la información de ese ojo. Una vez ha entrado al cráneo (cavidad interna de la cabeza donde se encuentra el cerebro) la mitad interna de cada nervio óptico se cruza hasta el otro lado, mientras que la otra mitad sigue por el mismo lado. Las dos mitades que se cruzan forman una especie de “x” la cual se denomina quiasma óptico.
La mitad que no se cruza y sigue por el mismo lado lleva la información del campo visual interno de cada ojo. Las mitades que sí cruzan llevan la información del campo visual externo de cada ojo; esto es, mirando de frente, lo que podemos ver a nuestra derecha e izquierda sin necesidad de mover los ojos – lo que comúnmente se llama de “reojo”.
El quiasma óptico está localizado muy cercano a otras estructuras dentro del cráneo, tales como la glándula hipófisis, las arterias carótidas internas, los nervios olfatorios y el tercer ventrículo. Existen enfermedades propias del quiasma que pueden alterar de manera especial la visión, pero también algunas enfermedades de las estructuras vecinas que pueden hacerlo.
La hipófisis es una glándula que se encuentra localizada dentro del cráneo, en la parte inferior del cerebro. Tiene como función primordial la elaboración hormonas.
Las enfermedades de la hipófisis que pueden lesionar al quiasma óptico son aquellas que causan aumento exagerado de su tamaño. Esto ocasiona que el quiasma óptico sea comprimido por la masa en crecimiento.
Esta comprensión hace que se altere información que viene por los nervios ópticos de ambos ojos, porque es en este sitio donde se unen para cruzarse hasta el otro lado. Esto ocasionaría alteración del campo visual en las partes externas, a la manera de los tapaojos laterales que se colocan a los caballos.
Si usted padece una enfermedad de la hipófisis que ha ocasionado daño sobre el quiasma y por lo tanto sobre su campo visual, es probable que el daño se reduzca o desaparezca una vez le sea realizado el tratamiento o la cirugía indicados para su caso. La determinación del daño en el campo visual y el control posterior para valorar la evolución del mismo, se realiza por medio de un examen llamado campimetría que le ordenará su médico oftalmólogo.