La salud visual es un aspecto fundamental del bienestar general, pero muchas personas no saben con qué frecuencia deben acudir a un examen de la vista. La respuesta varía según la edad, los factores de riesgo y la presencia de problemas visuales previos.
Chequeos regulares según la edad:
Generalmente los niños deben tener su primera evaluación ocular antes de los tres años para detectar problemas de visión tempranos. En la etapa escolar, es recomendable realizar un examen cada uno o dos años, especialmente si existen dificultades de aprendizaje o antecedentes familiares de enfermedades oculares.
Los adultos jóvenes sin problemas visuales aparentes pueden hacerse una revisión cada dos años. Aunque dependa del diagnóstico de cada paciente, a partir de los 40 años, se recomienda un chequeo anual ya que en esta etapa se puede desarrollar la presbicia o el glaucoma. Del mismo modo, los adultos mayores de 60 años deberán realizarse chequeos, ya que aumenta el riesgo de cataratas, degeneración macular y otros trastornos oculares.
Factores de riesgo que requieren mayor atención:
Algunas personas deben realizarse chequeos visuales con mayor regularidad, independientemente de su edad. Quienes padecen diabetes, hipertensión o enfermedades autoinmunes pueden desarrollar problemas oculares más rápido. Lo mismo ocurre con aquellos que tienen antecedentes familiares de glaucoma o degeneración macular. El uso prolongado de pantallas, la exposición a luz ultravioleta sin protección y el uso inadecuado de lentes de contacto también pueden afectar la salud ocular y hacer necesario un monitoreo más frecuente.
La prevención es la clave:
Un examen visual no solo ayuda a determinar si se necesita corrección óptica, sino que también permite detectar enfermedades en etapas iniciales. Mantener un control oftalmológico adecuado con un especialista es esencial para conservar una buena salud visual a lo largo de la vida.
